
Ayer al mediodía mi francesito vino buscarme a casa.
Fuimos paseando a un parque cercano.
Cuando llegamos al parque él sacó de su bolsa un pareo
grande y lo extendió sobre el ces césped.
Sacó de su bolsa una botella de vino,
un par de copas, unos sandwiches de pollo
y una cajita de macarrons de Fauchon
(delicatessen parisina).
Me sirvió la copa de vino y después de beber
un poco me la quitó, la puso a un lado
y me cogió la cara con sus grandes manos,
me miró a los ojos y me besó.
Me echó para atrás y se tumbó encima mío.
No nos habíamos visto desde el día del cumpleaños.
"Tu me manques", me dice al oído.
Él sabe que me encanta ese acento suyo.
Saca la cámara y me hace fotos sin parar.
Bebemos vino, comemos y disfrutamos de ese momento...
Llega un punto en que le digo que tengo frío,
se acerca y me abraza.
Es reconfortante que te den un abrazo así...
Le digo que quiero ir a casa.
Me sonríe mientras empieza a guardar las cosas
en la bolsa.
Volvemos andando a su apartamento.
Ya en el ascensor mete la mano por debajo de mi vestido...
Abre la puerta con prisas,
le digo que me apetece un baño caliente.
Preparamos la bañera.
Me quito la ropa sin dejar de mirarle,
la dejo caer al suelo y me meto en la bañera.
A partir de ahí ya me dejo llevar...
Es uno de esos momentos en los que paro el mundo
y me dedico a disfrutar y ser disfrutada...
* Picture by Helmut Newton